sábado, 4 de junio de 2011

Ruta Vía Verde Pantano de Arlanzón-Pineda

Después de unos días con un frío muy inusual para ser junio, nos amaneció una jornada con solillo y que apetecía ponerse a andar por el monte.
Nuestra primera intención y lo que habíamos planeado durante toda la semana era hacer una ruta a través de los Montes de Oca, con inicio en el pueblo de Villamudria que está a unos 40 km de Burgos por la carretera que va hacia Pradoluengo.
Cuando llegamos al pueblo inciamos lo que creíamos que era la ruta y tras atravesar el pueblo y encontrar el "sendero" iniciamos la caminata del día.
No sabíamos muy bien por donde ibamos, y como ponía en nuestras indicaciones, tomamos el camino a través del puente y nos encontramos con un frondoso bosque de robles en el cual por momentos no se veía el camino. Creíamos que seguíamos el camino correcto y ascendimos hasta la cumbre del páramo.
Al llegar arriba descubrimos que nos encontrábamos entre Rábanos y Villamudria, que habíamos dado un rodeo a la montaña y que para seguir la ruta tendríamos que volver a atravesar Villamudria.
La cosa se ponía dura. Decidimos que después de una hora y pico andando, y lo que nos quedaba, preferíamos ir a hacer la ruta del Ferrocarril minero y dejar esta para otro momento.
Dejamos el coche aparcado en el Pantano de Arlanzón y comenzamos a andar a ver hasta dónde llegábamos. Como no era mala hora, nos paramos a comer unos magníficos y estupendos y los mas sabrosos bocadillos que uno jamás puede imaginar, acompañados por un salmorejo y para finalizar un cafelito con leche con su correspondiente traguito de la petaca de pacharán. Con las fuerzas ya renovadas, continuamos andando y andando. No estábamos muy cansados y Pineda de la Sierra no quedaba a menos de 8 km. así que llegamos hasta el pueblo.
Descansamos un poquito en la plaza, pero oímos un único trueno por lo cual dejamos preparado el chubasquero a mano por si las moscas. No llevábamos ni veinte minutos andando cuando antes de poder sacar el chubasquero de la mochila, estábamos casi completamente mojados. Gracias a que ibamos en pantalón corto, la lluvia sólo nos mojaba las cachas y las botas. Por un momento dejó de llover y pudimos continuar la marcha a pasos forzados ya que estábamos bastante cansados y mojados y lo que más queríamos era llegar al coche y poder descansar. El camino nos ofrecía un paisaje espectacular despues de la lluvia.
Parece mentira pero eran ya casi las siete de la tarde y entre pecho y espalda aparte de los sabrosísimos bocatas que habíamos comido, nos habíamos hecho entre 25 y 30 km. Nos merecíamos ya el descanso del guerrero que tuvimos por la tarde-noche en la Feria del mimbre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario