sábado, 18 de junio de 2011

Ruta Pradoluengo - Pico San Millán

Con puntualidad británica de una marca de relojes suizos, llegamos al pueblo de Pradoluengo. Al bajarnos de los coches nos encontramos Ana, Rodrigo, Yoli, Jorge, Silvia, Idoya, Julio, Rubén, Bruno y Carolina. Después de dejar los coches aparcados en el colmenar de Silvia, comenzamos a andar.
Parece mentira pero desde el mismísimo inicio, todo era cuesta arriba y antes de darnos cuenta Ana ya quería abandonar, aunque después de convencerla de que íbamos a bajar la marcha decidió continuar con nosotros.
Llevábamos prácticamente unas horas andando cuando encontramos una fuente con un agua que estaba congelada para ser junio y que nos hizo rejuvenecer en fuerza y en espíritu; a nuestra derecha de la ascensión podíamos contemplar a lo lejos el pueblo de Santa Cruz del Valle Urbión.
Los minutos pasaban y las cuestas se hacían cada vez mas duras. A medida que avanzábamos las moscas iban desapareciendo y dejando en paz a Bruno, y eso nos indicaba que estábamos alcanzando una mayor altitud, lo pudimos comprobar al llegar al "Mojón Alto".
Ya casi podíamos ver el San Millán si no fuese por la niebla persistente que no abandonaba la cumbre. Nuestra meta estaba cada vez mas próxima y el grupo se iba disgregando poco a poco hasta separarnos en reductos visibles a distancia.
La cima la veíamos prácticamente encima de nosotros pero, lo escarpado del terreno, hacía que tomásemos todas las precauciones posibles para hacer cumbre sanos y salvos, ya que el desnivel que se acumulaba a nuestra derecha a tan sólo unos centímetros del sendero que teníamos para ascender era abismal. Y por fin, tras cuatro horas y media en medio de un sol espectacular que hacia que se viese toda la Sierra de la Demanda, llegamos al techo de la provincia de Burgos, teníamos a nuestros pies uno de los mejores paisajes que se pueden contemplar.
El cuerpo nos pedía alimento y decidimos darle ese capricho. Pese al día que hacía, hay que tener en cuenta que en estas montañas hay que andarse con mucho cuidado, pues en invierno se acumula mucha nieve y al desprenderse provoca unas avalanchas terribles. Descendimos poco a poco y volvimos a pasar por la única fuente que hay en todo el camino. Aprovechamos para coger agua y aguantar el último tirón hasta la recompensa que nos esperaba de la merienda... Con tanta velocidad que habíamos cogido bajando, Bruno tuvo un tropiezo de lo mas inoportuno en su pie izquierdo, y en un intento de rescate infructuoso por parte de Carolina, a punto estuvo de caer encima de él. Todo esto hizo que su dolor de rodilla que le estaba atacando desde hace un rato, no hiciese mas que agravarse y emperorase su descenso.
Con mucha paciencia y muchas muestras de apoyo y ayuda, conseguimos llegar todos hasta la carretera de acceso a Pradoluengo. Idoya que fue la campeona junto a Julio se acercó con el coche a recoger a los dañados por el ascenso-descenso al San Millán.
La gloria nos esperaba gracias al progenitor de la familia Ruiz, que mejoró con creces la escasa pero apetecible merienda que teníamos preparada , con unas estupendísimas y afrodisiacas tortillas y unos trocitos mas que maravillosos de chorizo y morcilla a la brasa.
Anochecía en la sierra y como animales de costumbre nosotros también nos merecíamos el descanso del guerrero. Otro día iniciaríamos otra batalla en otra senda o en otra cumbre.

sábado, 4 de junio de 2011

Ruta Vía Verde Pantano de Arlanzón-Pineda

Después de unos días con un frío muy inusual para ser junio, nos amaneció una jornada con solillo y que apetecía ponerse a andar por el monte.
Nuestra primera intención y lo que habíamos planeado durante toda la semana era hacer una ruta a través de los Montes de Oca, con inicio en el pueblo de Villamudria que está a unos 40 km de Burgos por la carretera que va hacia Pradoluengo.
Cuando llegamos al pueblo inciamos lo que creíamos que era la ruta y tras atravesar el pueblo y encontrar el "sendero" iniciamos la caminata del día.
No sabíamos muy bien por donde ibamos, y como ponía en nuestras indicaciones, tomamos el camino a través del puente y nos encontramos con un frondoso bosque de robles en el cual por momentos no se veía el camino. Creíamos que seguíamos el camino correcto y ascendimos hasta la cumbre del páramo.
Al llegar arriba descubrimos que nos encontrábamos entre Rábanos y Villamudria, que habíamos dado un rodeo a la montaña y que para seguir la ruta tendríamos que volver a atravesar Villamudria.
La cosa se ponía dura. Decidimos que después de una hora y pico andando, y lo que nos quedaba, preferíamos ir a hacer la ruta del Ferrocarril minero y dejar esta para otro momento.
Dejamos el coche aparcado en el Pantano de Arlanzón y comenzamos a andar a ver hasta dónde llegábamos. Como no era mala hora, nos paramos a comer unos magníficos y estupendos y los mas sabrosos bocadillos que uno jamás puede imaginar, acompañados por un salmorejo y para finalizar un cafelito con leche con su correspondiente traguito de la petaca de pacharán. Con las fuerzas ya renovadas, continuamos andando y andando. No estábamos muy cansados y Pineda de la Sierra no quedaba a menos de 8 km. así que llegamos hasta el pueblo.
Descansamos un poquito en la plaza, pero oímos un único trueno por lo cual dejamos preparado el chubasquero a mano por si las moscas. No llevábamos ni veinte minutos andando cuando antes de poder sacar el chubasquero de la mochila, estábamos casi completamente mojados. Gracias a que ibamos en pantalón corto, la lluvia sólo nos mojaba las cachas y las botas. Por un momento dejó de llover y pudimos continuar la marcha a pasos forzados ya que estábamos bastante cansados y mojados y lo que más queríamos era llegar al coche y poder descansar. El camino nos ofrecía un paisaje espectacular despues de la lluvia.
Parece mentira pero eran ya casi las siete de la tarde y entre pecho y espalda aparte de los sabrosísimos bocatas que habíamos comido, nos habíamos hecho entre 25 y 30 km. Nos merecíamos ya el descanso del guerrero que tuvimos por la tarde-noche en la Feria del mimbre.