sábado, 30 de julio de 2011

Cañon del río Ebro

A las 10 de la mañana como un clavo, salimos carretera Santander para hacer una ruta que ya habíamos hecho en varias ocasiones, pero que nos parecía interesante volver a hacerla juntos, el Cañon del Ebro.Llegamos al pueblo de Valdelateja y después de cruzar el puente sobre el río Rudrón, comenzamos a andar por la senda que empieza a la derecha primero hacia el pueblo de Cortiguera.
Tras subir una cuesta con piedras de todos los tamaños y formas y en la que hay que tener cuidado de no resbalar, empezamos a tener una pequeña vista de lo que nos ibamos a encontrar en un ratín.
El tiempo para ser casi agosto, no era ningún obstaculo, pues después de tantos días de frío, el solillo que hacía no nos molestaba para nada, incluso cuando caminabamos entre los árboles se sentía fresquillo.
Y hablando de árboles, pude degustar uno de los frutos silvestres mas buenorros del otoño, las endrinas, que por no estar hechas aún y de tan ácidas que estaban, durante un buen rato me estuvo doliendo la garganta, una flojaza vamos.... pero que no se crean que no vamos a ir a por ellas que dentro de unos meses, habrá que hacer pacharán. Pero a lo que íbamos, tras subir la cuesta en cuestión, llegamos a lo alto del cañón desde donde se tienen vistas espectaculares, y que se rían los del cañón del colorado...
Por el sendero muy bien marcado, continuamos por la parte de arriba siguiendo la trayectoria del río en la lejanía . No coincidimos con mucha gente durante el recorrido, pero tampoco nos importó.
Unas horas despues de atravesar bosques y caminos y cuando ya el hambre nos estaba apretando el estómago llegamos al pueblo de Cortiguera, antes deshabitado y ahora con al menos 2 familias residiendo (eso pone al menos en los carteles informativos de las rutas).
El bocadillo nos supo a poco, pero a menos le supo al perrillo que se nos acercó esperando que lo repartiéramos con el.
Pero había más habitantes en el pueblo.
Dos borricos, uno de ellos muy inquieto, pequeño, peludo, y si, parecía suave, le bautizamos Platero, je, je, je, pero se acercó hasta nosotros, yo no se si mi camiseta azul resaltaba mucho, pero me empezó a perseguir y claro, me tuve que poner a "salvo" porque ni mis amenazas con el bastón le intimidaron.
Los dejamos tranquilitos en su corral y seguimos con lo que teníamos entre manos. Próxima estación: Pesquera de Ebro.
El calor ya se notaba y más cuando tuvimos que salir del camino entre arboles para seguir por el asfalto de la carretera, que como además era cuesta arriba nos cansó un poco mas.
Pero la recompensa estaba muy cerca, tras pasar el pueblo de Pesquera, refrescarnos en la fuente y recargar las cantimploras de agua fresquita, nos dirigimos a la ribera del río para comer a la sombra de los árboles.
Nos quitamos las botas y aunque no pudimos meter los pies en el agua fría del Ebro, descansamos un ratito. Tras el cafelito y el pacharán de rigor, continuamos el camino. Ya estábamos de vuelta hacia Valdelateja y decidimos ir por la senda que hay al lado del río dejándole siempre a nuestra izquierda, que con el ruido de la corriente y la sombra que nos daban los árboles se estaba la mar de bien. No es tiempo de setas pero con tanta humedad en el suelo encontramos hasta unos ejemplares.
No las conocíamos y decidimos dejarlas donde estaban para que fuesen otros los que las utilizasen o no. Y andando andando llegamos a la central hidroeléctrica de "El Porvenir". Allí cruzamos el río por una pequeña pasarela y continuamos esta vez dejando el río a la derecha. Unos cuantos kilómetros mas y un poco mas cansados llegamos a la meta: Valdelateja. Allí estaba aún el vendedor ambulante de queso, cencerros y otros enseres que no sabíamos para lo que se utilizaron en su tiempo y que a buen seguro, había estado alli plantado desde primera hora de la mañana esperando a que algun andarín le dejara unos euros. De vuelta a casa y tras una parada en Covanera a ver el "Pozo Azul" nos esperaba como suele ser costumbre la recompensa del guerrero en forma de barbacoa con los mas delicados bocados: careta, morcilla, costillas y de postre como no, sardinas a la brasa. Un manjar. Hasta la próxima aventura.